¿Cómo afrontar y superar un proceso de separación o divorcio?
Afrontar y superar una separación o divorcio no es fácil.
Una ruptura matrimonial es muy compleja y cada una es diferente.
Un matrimonio y un divorcio debe de perfeccionarse desde la libertad y la conciencia.
Es por ello que desde el momento en el que dos personas deciden contraer un matrimonio deben de partir de la base de que también cualquiera de los dos pueden decidir acabar con el mismo y divorciarse.
Afrontar el divorcio debe de ser una situación más normalizada en la que cuando uno de los cónyuges pide el divorcio al otro, este otro no tienda a rechazar esa petición por no haberse planteado dicha posibilidad.
La petición del divorcio no es un capricho sino es el ejercicio de un derecho y por tanto debemos de tratar de cuidar el matrimonio y ojalá prevenir el divorcio, pero de llegar, debemos de aceptar que desde el momento en el que uno de los esposos pide el divorcio al otro, lo razonable es que el otro tenga predisposición a aceptarlo.
En un divorcio no deben de haber culpables, víctimas ni prejuicios. Por ello afrontar y superar la separación o el divorcio es complicado, pero no lo será tanto si se parte de la base de que el divorcio simplemente es un proceso que perfecciona la decisión de uno o ambos cónyuges.
No se trata de algo que «nos toca» o que llega «por mala suerte», no. El divorcio no es algo bueno o malo sino en ocasiones necesario por petición de los propios esposos, conjuntamente o a instancia de uno sólo de ellos.
Lo justo, es que desde el momento en el que uno de los esposos pide el divorcio, el otro trate de facilitarlo pues así ambos podrán afrontarlo y superarlo mejor.

Afrontar un divorcio:
Afrontar un divorcio es un proceso que puede ser inmediato o no lograrse nunca. Es por ello que cuando una persona afronta y acepta la ruptura empezará a estar preparada para superarla.
No hay mirar para otro lado sino precisamente centrarse en entender lo quiere y solicita nuestro cónyuges para tratar de consensuar las mejor opciones para ambos.
Es cierto que un patrón que se repite mucho es la petición de divorcio de uno de los esposos frente al otro, que se resiste a afrontar un divorcio no deseado pues aún tiene la esperanza de mantener su matrimonio.
Es cierto que hay muchas parejas con idas y venidas en las que por desgracia ambos están acostumbrados a dejar y retomar la relación y tienden a pensar que cuando su cónyuge les pide el divorcio es «una discusión más».
Por ello la resistencia al divorcio por no afrontar y aceptar la petición de divorcio o separación de nuestro cónyuge no debería de existir, pues al igual que somos personas adultas y maduras que en su día pudimos decidir casarnos, en cualquier momento del matrimonio ambos tienen derecho a pedir la separación o el divorcio.
Algunos cónyuges no aceptan la petición de divorcio de su esposo o esposa por pensar que no va en serio o pensar que no sabe qué es lo que esta haciendo.
Lo que no puede ser es que en el momento de la ruptura pretendamos no afrontar la petición de divorcio de nuestro cónyuge por entender que no sabe lo que hace pues tal vez la persona que no toma una decisión consciente, madura y respetuosa somos nosotros al negarnos a afrontar la petición de divorcio.
Hay personas que piensan que nuestro cónyuge se equivoca cuando se divorcia de nosotros pero en cambio no se plantean con la misma frecuencia ni intensidad que el error y la equivocación pueda haber ocurrir en el momento de tomar la decisión del matrimonio.
Afrontar el divorcio es un acto de generosidad por amor propio y amor que también le debemos a nuestro cónyuge con el que no debemos de quedarnos con que ahora nos divorciamos, sino también la persona con la que en su día decidimos comenzar un proyecto compartido de amor, cariño y respeto.
Superar un divorcio:
Superar un divorcio es algo tan subjetivo e íntimo que hay que tratar de ponernos en el lugar del otro con empatía.
En primer lugar el primer paso es el de afrontar y asumir el divorcio para después poder aceptar y superar el divorcio.
En ocasiones cuando no existen vínculos matrimoniales el hecho de que uno de los esposos lo supere o deje de superar es indiferente para el otro pues en definitiva a terminado el matrimonio y al no existir vínculos matrimoniales no se continua la relación preceptivamente.
En cambio, cuando existen vínculos como son los patrimoniales o paternofiliales la cuestión cambia.
Cuando por ejemplo tenemos hijos en común y uno de los esposos no supera la ruptura en ocasiones puede desarrollar actitudes que complique la situación y que pueda perjudicar a los niños.
Por ello, no debemos de condicionar nuestra decisión por pensar que «nuestro cónyuge no lo afrontará ni superará» para retener dicha toma de decisión.
Hay cambios en la vida tan importantes que en ocasiones no son fáciles de afrontar ni superar pero ello en ningún caso puede llevarnos a evitar tomar dicha decisión pues podríamos acabar en un chantaje emocional sutil o evidente.
Debemos de tomar nuestras propias decisiones, portarnos bien con nuestro cónyuge pero no permitir que las circunstancias o las personas decidan por nosotros ni utilizar la excusa y justificación de pensar que no se podrá afrontar o superar el divorcio.
El matrimonio está formado por dos personas independientes que han decidido compartir sus vidas desde su libertad, lo que no se puede es entrar en un sometimiento por entender que uno sin el otro no puede vivir o pensar que no pueden optar al divorcio.
Afrontar y superar el divorcio no es sencillo, pero con los profesionales adecuados puede ser más fácil y menos invasivo y destructivo para ambos cónyuges y sus seres queridos. Divorcio sano, rápido y barato sin necesidad de enfrentarse a un juicio contencioso.
En las relaciones familiares no sólo es importante y valioso quererse y amarse cuando todo va bien sino también no lastimarse cuando nos enfrentamos a una situación adversa, que también hay que aprender a gestionar con generosidad sentimental.

Abogado especialista en Derecho de Familia. Titular del bufete Abogados Cebrián & Asociados. Premio Nacional de Ley en Derecho de Familia 2020. Colegiado del ICAM 85.585.