Es una posición más cómoda la de esperar a que el otro cónyuge nos pida el divorcio.
No hay una postura mejor y otra peor en relación a quien pide el divorcio, sino que la postura más valiente y sincera es del cónyuge que pide el divorcio al otro una vez que lo necesita.
No existe ninguna ventaja relevante en el plano legal en función de si nosotros pedimos a nuestro cónyuge el divorcio o si es nuestro cónyuge el que nos solicita el divorcio.
En muchos casos cuando uno de los cónyuges pide el divorcio al otro es una situación que se veía venir y era previsible. Otra cosa es que uno de los cónyuges no quiera divorciarse y espere a que el otro se lo pida.
No es lo más recomendable esperar a que nuestro cónyuge nos pida el divorcio pues estamos desaprovechando la oportunidad de mejorar la relación y así superar las dificultades y poder mantener el matrimonio.
Un matrimonio comienza por la voluntad de ambos cónyuges que deciden pasar a crear un vínculo con la intención de mantenerlo en el tiempo. Cuando desgraciadamente llega el final del matrimonio es por que así lo necesita y pide o uno de los cónyuges.
Nunca se va a divorciar un matrimonio de no ser por la petición de uno de los cónyuges en proceso contencioso o de uno o ambos en proceso amistoso. Por ello, hay que entender que ambos esposos tienen el derecho y la libertad de poner fina al matrimonio.
Desde el año 2005 que fue aprobada la Ley de Divorcio Express no existe motivo en el proceso de divorcio, de manera que no trascenderá en el procedimiento las causas que han llevado a la toma de decisión de la ruptura matrimonial.
En un divorcio no hay que buscar culpables o responsables. Hay que partir de la base de que en un matrimonio dos personas deciden comenzar el proyecto sentimental y construir una familia, pero ambos tienen el derecho a poner fin a dicho vínculo.
Abogado especialista en Derecho de Familia. Titular del bufete Abogados Cebrián & Asociados. Premio Nacional de Ley en Derecho de Familia 2020. Colegiado del ICAM 85.585.